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El Culto al "mejor de los Aqueos"

El culto de Aquiles en la Antigüedad

Hubo un culto arcaico de Aquiles en Leuce (la Isla de las Serpientes), en el mar Negro, frente a las costas de las actuales Rumania y Ucrania. En la isla había un templo y un oráculo que sobrevivieron hasta la época romana.

En la épica perdida Etiópida, una continuación de la Ilíada atribuida a Arctino de Mileto, la madre de Aquiles, Tetis, regresaba para llorar su muerte y retiraba sus cenizas de la pira, llevándolas a Leuce, en la desembocadura del Danubio. Allí los aqueos erigieron un túmulo en su honor y celebraron juegos funerarios.

Plinio menciona en su Naturalis Historia un túmulo en la isla consagrada a Aquiles, que ya no era evidente, situado a una distancia de cincuenta millas romanas de la isla Peuce junto al delta del Danubio, y el templo que había allí. A Pausanias le dijeron que la isla estaba

cubierta de bosques y llena de animales: algunos, salvajes; otros, mansos. En esa isla están también el templo de Aquiles y su estatua.

Las ruinas de un templo cuadrado de 30 m de lado, posiblemente dedicado a Aquiles, fueron descubiertas por el Capitán Kritzikly en 1823, pero no se han realizado excavaciones modernas en la isla.

Pomponio Mela cuenta que Aquiles está enterrado en la isla llamada Aquilea, entre el Borístenes y el Ister. El geógrafo griego Dionisio Periegeta, que vivió en la época de Domiciano, escribió que la isla se llamaba Leuce

debido a que los animales salvajes que vivían eran blancos. Se decía que allí, en la isla Leuce, residen las almas de Aquiles y otros héroes, y que vagan por los valles inhabitados de esta isla; así es como Júpiter recompensó a los hombres que se habían distinguido por sus virtudes, gracias a que por ellas adquirieron honor eterno.

La obra Periplus Ponti Euxini da los siguientes detalles:

Se decía que la diosa Tetis levantó la isla del mar para su hijo Aquiles, que mora allí. Aquí están su templo y su estatua, una obra arcaica. La isla no está habitada y las cabras, no muchas, pastan en ella, sacrificándola a Aquiles la gente que llega a ella en sus barcos. En este templo también están depositados gran cantidad de regalos sagrados, cráteras, anillos y piedras preciosas, ofrecidos a Aquiles en agradecimiento. Aún pueden leerse inscripciones en griego y latín, en las que Aquiles es elogiado y celebrado. Algunas de ellas están escritas en honor de Patroclo, porque aquellos que desean ser favorecidos por Aquiles honran a Patroclo al mismo tiempo. Hay también en esta isla incontables pájaros marinos, que cuidan del templo de Aquiles. Cada mañana vuelan al mar, mojan sus alas con agua y regresan rápidamente al templo para rociarlo. Cuando terminan de hacerlo, limpian el hogar del templo con sus alas. Otra gente dice incluso más: que algunos de los hombres que llegan a esta isla lo hacen intencionadamente. Llevan animales en sus barcos, destinados a sacrificios. Algunos de estos animales se matan y otros se dejan libres en la isla, en honor de Aquiles. Pero hay otros que se ven obligados a llegar a la isla por las tormentas marinas. Como no tienen animales para sacrificar pero desean obtenerlos del propio dios de la isla, consultan el oráculo de Aquiles. Piden permiso para matar las vícitmas escogidas de entre los animales que pastan libres en la isla, y depositan a cambio el precio que consideran justo. Pero en caso de que el oráculo les niegue el permiso, porque hay un oráculo allí, añaden algo al precio ofrecido, y si el oráculo niega de nuevo, añaden algo más, hasta que al final el oráculo juzga que el precio es suficiente. Y entonces la víctima no huye más, sino que espera intencionadamente a ser atrapada. Así, hay una gran cantidad de plata allí, consagrada al héroe, como precio por las víctimas sacrificadas. A alguna de la gente que llega a esta isla Aquiles se le aparece en sueños; a otra se le aparece incluso durante su navegación si no están muy lejos y le enseña en qué parte de la isla sería mejor que anclase sus barcos.

El culto de Aquiles en la isla de Leuce estaba extendido en la Antigüedad, no sólo por las costas del mar Póntico sino también por ciudades marítimas cuyos intereses económicos estaban estrechamente relacionados con las riquezas del mar Negro.

El Aquiles de la isla de Leuce era venerado como Pontarches, señor y dueño del mar Póntico, protector de los marineros y la navegación. Los marineros se desviaban de su curso para ofrecerle sacrificios. A Aquiles de Leuce le fueron dedicados varios importantes puertos comerciales en aguas griegas, como Achilleion en Mesenia23 y Achilleios en Laconia.24 Nicolae Densuşianu pensaba incluso que reconocía a Aquiles en el nombre de Aquilea y en el brazo norte del delta del Danubio, el brazo de Chilia (Achileii), aunque su conclusión de que Leuce tenía derechos de soberanía sobre Pontos evoca las leyes marinas modernas en lugar de las arcaicas.

Leuce también tenía reputación como lugar de sanación. En su Descripción de Grecia, Pausanias cuenta que la sibila délfica envió a un señor de Crotona para ser curado de una herida en el pecho. Amiano Marcelino atribuye la sanación a las aguas de la isla.
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